sábado, 13 de febrero de 2010

MARTIN UCHU, EL CURACA REBELDE DEL VALLE ALTO


ORIGEN, LUCHA Y RETORNO DEL CURACA MARTIN UCHU
Por Ademir M. Muñoz Soliz*

Origen

Martin Uchu era natural del valle de Cliza. El “Valle de Cliza” era el termino con que se designaba a lo que ahora se conoce como la subregión del Valle Alto. En 1781 era el valle más fértil de la región y las tierras más próximas a la ciudad eran las haciendas más envidiadas de curas y españoles, y la parte de Sacabamba, Locotal y Paredones comprendía el curacazgo de Martin Uchu.

La corona española le había otorgado el título de curaca y lo que ello comprendía en aquella época, eran ciertos privilegios en tierras y la realización de actividades de comercio o transporte. Por ello, el curaca quechua, era de generoso patrimonio en tierras y abundante ganado, principalmente burros de carga con los que -en su calidad de arriero- había recorrido gran parte del Tawantinsuyu, llegando a Buenos Aires, Potosí, Cuzco, Lima y otros pueblos con los que mantenía relaciones de intercambio comercial.

La otorgación de títulos a indígenas era una práctica poco frecuente que ejercitaba la corona española, cuando intentaba comprar la conciencia de los líderes legítimos o cuando perseguía socavar su espíritu a través de prebendas y sobornos como la otorgación de tierras y la facultad para realizar actividades de transporte o comercio, aunque Martin Uchu no fue comprado ni socavado por esta maniobra colonial, porque no dudo en usar toda su capacidad e influencia en los valles de Cochabamba y Charcas, para secundar la revolución independentista iniciada por el Inca José Gabriel Tupac Amaru.


Lucha

Según los historiadores Gustavo Rodríguez Ostria y Edmundo Arze, Martin Uchu en su oficio de arriero efectuaba incontables viajes por la ruta de la plata, entre Buenos Aires, Potosí y Lima, donde se sospecha tomo contacto con José Gabriel Tupac Amaru, quien también se desenvolvía como arriero por las mismas rutas, este último, en virtud a su titulo de cacique de Pampamarka y Tungazuca. Producto de estas coincidencias históricas, llegamos a ultimar que ambos personajes lograron conocer y comprender a cabalidad la explotación y las injusticias que vivían los naturales del desaparecido país de los inkas o los hijos del sol, por lo que entablaron acuerdos revolucionarios para la expulsión de los peninsulares y la consiguiente restitución del gobierno incaico.

Los principales levantamientos descubiertos por Edmundo Arze, son la quema de la capilla de la hacienda de Sacabamba el miércoles de ceniza de 1781; posteriormente describe la sublevación de los pobladores de Tapacari y Quillacollo y la marcha de estos hacia la ciudad de Cochabamba, dando muerte a numerosos hacendados de la región del valle bajo; también revela el levantamiento de las minas de Choquecamata en Ayopaya, donde los rebeldes dieron muerte a los encomenderos de este poblado minero y; posteriormente, hace mención de numerosos levantamientos en las regiones de mizque y otras que se extendieron a las haciendas y minas de Charcas y Potosí.

Cuando la noticia llego a Cochabamba, el gobernador Francisco de Viedma y Narváez; el alcalde, Antonio Martínez Lujan junto al Corregidor, Ignacio Flores, determinaron que se destacara una fuerza de caballería al mando del capitán Manuel de Olguín, con más de mil quinientos efectivos debidamente pertrechados. La notoria desventaja armada, no amilanó la bravura de nuestros combatientes que defendieron desde las alturas nuestras ansias de libertad y autogobierno, acosando al enemigo con tanta tenacidad que no hubo fuerza humana que venciera la bravura de nuestros combatientes y sus mujeres que luchaban “con igual o más brío que sus maridos”, dándoles la batalla más importante a orillas del río Lacapaya.

Entre tanto, los realistas hacendados y curas, capturaron a Nicolás Uchu, el segundo hijo del curaca, le hicieron prisionero pese a su condición de sacerdote, le torturaron e interrogaron para conocer el paradero de los rebeldes y lo condujeron como rehén al frente de la caballería realista para poder capturar al Curaca que había ordenado la retirada de las tropas hacia Charcas.

La tropa rebelde, por entonces compuesta por originarios de ponchos rojos y negros, había decidió la retirada hacia Charcas, donde tenían previsto guarnecerse y hacerse más fuertes. Ruta en la que Martín Uchu es capturado el 19 de mayo de 1781 en la estancia El Totoral, junto a los rebeldes, Simón Quispe y Lope Mamani. “Olguín le confisco, un talego de lienzo que contenía en su interior un trapo blanco ensangrentado, bandera de los rebeldes, y ocultas en el pilón de cebada armas tales como hoces, lanzas, hondas y arcabuces” (Edmundo Arce, 2003). Maniatado y conducido a Toco, el curaca fue sometido a crueles interrogatorios en los que se negó a relatar los pormenores de la rebelión y los contactos con Charcas, esperando su pena.

La sentencia fue pronunciada en la parroquia de Toco, el 25 de mayo de 1781 a instancias del Gral. Félix Joseph de Villalobos, donde el Curaca fue condenado a la pena capital en la forma acostumbrada, o sea, a ser decapitado y descuartizado por cuatro caballos y repartido sus extremidades al pueblo de Tapacari, a Choquecamata (Ayopaya), Quillacollo y Sacabamba, para espectáculo y escarmiento de quienes osaran rebelarse contra el poder colonial.

Durante el desarrollo de la sublevación, en diversos lugares y con frecuencia, uno de los combatientes afirmaba febrilmente “ser seguidor de José Gabriel Tupac Amaru, amenazando a la vez, con dar muerte a los peninsulares e informando que el único rey que reconocían los rebeldes era el Rey Inca José Gabriel Tupac Amaru”. También Levin Boleslao afirma que entre los soldados de Tomas Katari, en Chayanta, había un soldado de nombre Mateo, el mismo que actuaba como leal de Túpac Amaru en los combates de Chayanta, suponemos que este es el mismo “MATEO TUCU que en las filas de Martin Uchu, amenazaba con degollar a todos los peninsulares y quien afirmaba reconocer como único rey al inca José Gabriel Túpac Amaru.

Por ello y más, concluimos que Martin Uchú fue el apoderado de José Gabriel Túpac Amaru para organizar el Consejo de Rebelión en los valles cochabambinos y movilizar a los pueblos quechuas originarios de esta región, con el noble propósito de consolidar la verdadera independencia del país de los Inkas. Por lo tanto, hoy debemos añadir el nombre de MARTIN UCHU en el panteón de los héroes del pachakuti independentista de 1780 a 1782, y se dirá que comandaba Tupac Amaru desde Cusco y le siguieron, Tomas Katari, en Chayanta; Martín Uchu en los valles y serranías de Cochabamba, Tupaj Katari en La Paz y otros -hasta debilitar las caducas estructuras de la administración colonial- produciendo una rebelión étnica y cultural sin precedentes, donde lo fundamental era extirpar el dominio extranjero, para restituir el sistema incaico, bajo la filosofía de autogobierno de las comunidades y/o ayllus.

Lamentablemente las aspiraciones de la rebelión no se concretaron debido a las mezquindades de los Pumakaguas, los Sahuarauras y otros traidores aculturados, que en lugar de luchar contra el enemigo común, prefirieron la victoria de los usurpadores y se organizaron para sofocar el pachakuti independentista, cooperando con los ejércitos de la corona española para la captura y ejecución del Inka Túpac Amaru, del Curaca Martin Uchu, Tomas Katari, Mateo Tucu, Josef Salazar, Isidro Orosco, Julian Apaza y otros líderes, que fueron decapitados, descuartizados y expuestos como ejemplo del terror, con que la corona española pagaba a quienes desafiaban su poder.

A diferencia de las rebeliones criollas y mestizas, que tenían proyecciones históricas limitadas, la insurgencia de los valles cochabambinos aspiró a ser protagonista de un “verdadero Pachakuti”, es decir el vuelco drástico del orden existente, incluido todo el horizonte cultural y económico de los blancos, criollos y mestizos para restaurar el comunitario y armónico orden incaico andino en sustitución del poder español sanguinario y explotador.


El retorno

Hace aproximadamente 20 años atrás, los intelectuales y líderes quechuas del Valle cochabambino, buscan recobrar y retomar la sabia más antigua y más anticolonial de su pueblo, por responsabilidad intelectual y compromiso social, en este trabajo, han invocando a la figura del Curaca Martin Uchu como el mayor ejemplo de rebeldía y autogobierno, constituyendo la Agrupación Quechua Martin Uchu, como actor coadyuvante a la descolonización y la restauración del poder de los quechuas, aunque como actor político electoral, la agrupación aparece recién en 2004, cuando se puso en marcha la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos indígenas, que permite la participación electoral a este tipo de organizaciones y movimientos ciudadanos.

En las pasadas elecciones de 2004, MARTIN UCHU ha ganado 4 de 7 concejales en el municipio de Punata, doblando la votación del MAS que obtuvo solo 2 concejales. Por lo cual, el 05 de enero de 2005 tomo juramento como Alcalde electo, Víctor Valderrama de la Agrupación Martin Uchu, resaltando como uno de los pocos Alcaldes de origen quechua que accedió al poder sin partidos políticos ni acuerdos partidarios. Aunque más tarde, tanto el Alcalde como sus líderes fueron desplazados del poder local, por la chicanearía jurídica y las ambiciones mezquinas de los representantes del partido oficialista (MAS).

Pese a ello, según sus líderes, la Agrupación ciudadana Martin Uchu, ha generado un panorama favorable para lograr su objetivo de largo plazo, el cual es, “aglutinar y construir la AUTODETERMINACIÓN de la nacionalidad quechua del país y de la región de Cochabamba”. A mediano plazo, la agrupación se propone luchar por la creación y la afirmación de la REGION AUTONÓMICA QUECHUA DEL VALLE ALTO, debido a su pasado histórico, su economía subregional y la amplia toma de conciencia respecto a la identidad que se ve y se vive día a día en el rescate del idioma quechua y la recuperación de las tradiciones culturales y productivas quechuas en los pueblos y comunidades del Valle Alto.

Asimismo, la Agrupación a corto plazo, asume el reto de volver a ganar las elecciones municipales 2010, en los municipios de Tolata y Punata, bajo la propuesta de construir un NUEVO MODELO DE DESARROLLO LOCAL, SOBRE LA BASE DE UNA ECONOMIA SOLIDARIA, COOPERATIVA Y SOSTENIBLE, EN ARMONIA CON LA VIDA DE LA MADRE TIERRA, que recupere y revalorice el mundo rural, los recursos naturales, la agroecología y la industria derivada, en el que se autogestionen los sistemas de producción y consumo a escalas locales, donde el derecho a la autogestión social impida toda forma de autoritarismo o jerarquización social. PUNATA Y TOLATA SERAN LOS MODELOS DEL SUMAJ QAMAÑA que MARTIN UCHU impulsará e irradiará al resto de los municipios y territorios quechuas, originarios e indígenas de Cochabamba y Bolivia.

Han transcurrido 229 años de la rebelión de Martin Uchu y sus coterráneos no han perdido la fe en la libre determinación de los pueblos, se han organizado bajo el nombre de “INSURGENTE MARTIN UCHU” y han decidido actuar políticamente en busca de aquel sueño de libertad y autogobierno de nuestros pueblos ancestrales. Son quienes rechazan el colonialismo, el desarrollismo y el crecimiento ilimitado planteado por el capitalismo, que esquilma los recursos naturales y el trabajo humano, procurando alinearnos e introducirnos en la espiral consumista de la cultura occidental, su producción tecnológica e industria transnacional insostenible, para convertirnos en ciudadanos globalizados y consumidores adictos de todo aquello que causa y produce nuestra pobreza y desdicha.

"JALLALLA MARTÍN UCHU"

*Ademir M. Muñoz Soliz, es Magister en Derechos Internacional y Derechos Humanos del Instituto Europeo de Santiago de Compostela.